El presente artículo, me ha parecido uno de los más
motivadores y alentadores que he leído, me ha gustado mucho. Y es que el autor
representa de forma sencilla y esclarecedora el tema de la desmotivación en las
aulas; la desmotivación no es la causa de nada sino la consecuencia de una escuela,
una metodología, unos profesores que no saben llegar a sus alumnos.
Me encanta la forma que tiene el autor de reflejar la
problemática de “echar balones fuera” en la escuela, es decir, culpar a los
padres o incluso al niño en vez de evaluar todo el proceso de enseñanza
aprendizaje y ver qué falla.
En este artículo la historia acaba bien y tiene un final
feliz (o una continuación feliz), pero no es fácil que esto ocurra, habrá
padres que no podrán cambiar a su hijo de colegio, y por consiguiente, tampoco
podrán ofrecerle esa “continuación feliz”; el niño seguirá con su gran
compilación diaria de deberes para casa, con una profesora que le culpa de “sufrir
desmotivación” y no atiende ni a plazos ni a ritmos de aprendizaje, y con unos
padres desesperados e impotentes a la vez viendo como la felicidad de su hijo
se tambalea.
Por ello considero dos aportaciones del autor
importantísimas: el hecho de "unir fuerzas" todos en la misma dirección (familia,
tutor, escuela…) para ofrecerle al niño las mejores posibilidades para
aprender, y más adecuadas para él y la importancia de un maestro que quiere ser
el mejor en su profesión, y que realmente quiere hacer todo lo posible para
ayudar a sus alumnos. Un maestro que no obliga a sus alumnos a adaptarse a su
metodología, sino que adapta su metodología a las necesidades de cada alumno, que
centra su trabajo en todos y cada uno de sus alumnos.
Bibliografía
Santos Guerra M. A. (2012) Quiero que sea lunes
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