Todo el mundo está de acuerdo en que un niño, por el
privilegio de ser niño debe jugar y disfrutar de su tiempo libre mediante el
juego y los amigos, pero ¿qué ocurre cuando no le queda tiempo para ello?
Los niños en España tienen un horario escolar de 6 horas, y
unas 2 horas de tareas escolares para casa; suponiendo que además cursen alguna
actividad extraescolar, cuando llegue la hora de jugar el sol se ha ido.
En Francia, los
padres se han cansado de este ritmo que llevan sus hijos y han emprendido una
huelga en contra de los deberes para casa. Esto ha generado un debate que está
causando mucha controversia.
¿Tienen los deberes un valor pedagógico o sólo sirven para
generar desigualdad social?
Los que están a favor argumentan que "inculcar hábitos
y actitudes relacionados con la capacidad de trabajar por su cuenta, formar un
sentido de responsabilidad por el aprendizaje, autodisciplina, manejo del
tiempo, desarrollar la iniciativa, el gusto por los estudios e independencia
para resolver los problemas". Mientras que aquellos que ven en ellos una
sobrecarga lectiva desmesurada afirman que
"no existe ningún estudio que demuestre que los deberes favorecen
la autonomía del alumnado ni que beneficien su desarrollo intelectual".
Como señala el Ararteko (defensor del pueblo) navarro
Francisco Javier Eneriz, (y en esto nadie puede discrepar) “no todos los padres
y madres disponen del mismo tiempo, ni de los mismos conocimientos o del mismo
nivel cultural para ayudar a sus hijos en el
desarrollo de las tareas escolares” y es indudable que esto genera una
gran desigualdad entre los niños que pueden ser ayudados y los que no.
A parte de que los padres no tienen por qué ejercer el rol
de profesor o convertirse en profesores subsidiarios como señala Maite
Bejarano, ¿de qué sirven los deberes si los niños no pueden realizarlos por sí
solos y necesitan recurrir a sus padres? ¿No sería más efectivo que practicaran
en casa y que preguntaran sus dudas a su maestro o maestra al día siguiente?
Los deberes deberían conseguir precisamente lo que sus defensores señalan,
promover el trabajo autónomo y afianzar los contenidos aprendidos en clase,
pero nada de esto se consigue si están obligados a llevarlos terminados al día
siguiente y para ello tienen que recurrir a sus padres. Como señala CEAPA esto
es un síntoma de que está fallando el sistema educativo.
En mi opinión está bien crear un clima de trabajo y
responsabilidad en el niño desde los primeros cursos, pero estoy totalmente en
contra de que esta carga lectiva se base en actividades que desmotiven al niño
como cuentas aritméticas o ejercicios memorísticos después de haber estado en
la escuela todo el día con los mismo ejercicios repetitivos y monótonos.
El trabajo para casa debería tener un contenido de
ampliación, investigación o experimentación como afirma Maite Bejarano;
actividades prácticas que puedan realizar junto con sus padres o abuelos, que
no les obliguen a encerrarse en su habitación, también este tiempo podía estar
dedicado a la lectura, a ver un documental, a informarse sobre cualquier
cuestión…
Tareas en las que el niño no tenga por que aislarse, sino todo lo
contrario, que realice tareas creativas, originales, que le inciten a pensar y
a construir. Tareas que esté deseando realizar el niño cuando salga de clase y
que no supongan una desmotivación después de un duro día de clase.
Bibliografía
Camacho, M. (2012) Los padres no se pueden convertir en los
profesores subsidiarios
Pérez-Barco M.J. (2012) En defensa de los deberes escolares
Lagrange M. (2012) Tareas escolares en la casa ¿Una fuente
de desigualdad social?
Mora M. y Aunión J. A. (2012) Rebelión contra los deberes
para casa
Alonso I. (2012) ¿Una huelga de deberes vasca?
No hay comentarios:
Publicar un comentario